miércoles, 18 de julio de 2007

ENTREVISTA A MARIA FERRER (TRADUCTORA DA LA PRIMERA EDICION DE RG VEDA EN ESPAÑA)

Su interés por el manga y la cultura japonesa la llevaron a convertirse en traductora de japonés, y lleva ya 10 años traduciendo cómic, manga y anime. Desarrolla distintas líneas de investigación académica a través de Kaika , círculo de estudios sobre el Japón más actual, y, esporádicamente, imparte clases de japonés.

www.grupokaika.org
www.traduccionesimposibles.com

Links:
Japonés para gente manga
Obras de David Ramírez
Obras de María Ferrer

¿Cómo empezaste en el campo del manga?

Desde pequeña una de mis grandes pasiones ha sido el dibujo y, al descubrir el anime Candy Candy, y más tarde Campeones, Caballeros del Zodiaco, etc. cuando tenía unos 13 años, fantaseaba con la idea de irme a Japón a aprender a dibujar para convertirme en profesional de la ilustración.

Así que empecé a estudiar japonés cuando tenía 15 años con la idea de irme a estudiar a Japón, pero con el tiempo, pudo más el interés por la lengua que mi faceta artística. Estudié en el Liceo Francés donde además de darlo todo en francés, te enseñan inglés desde muy pronto y también alemán, con lo cual siempre he vivido en ambientes multilingües, y ya en la etapa de BUP (¡uffff, cómo pasan los años!) tenía asignaturas de traducción entre francés, inglés, alemán y español... y me apasionaban.

Cuando llegó el momento de decidir qué estudiar, escogí Traducción e Interpretación. Seguí con el japonés, complementé las clases con cursos intensivos en Japón y me dejé todo lo que cobraba de mis colaboraciones con Planeta (hacía artículos y correos) en los estudios de japonés. Cuando terminé la carrera, el Ministerio de Educación y Ciencia de Japón me dio una beca para irme a estudiar a Japón. Escogí la Universidad de Tokio (Tokyo Daigaku, más conocida como Todai en las series de manga y anime), donde desarrollé el contenido de mi primer trabajo de investigación sobre manga y traducción.

¿Qué mangas y animes has traducido?

Mi primera traducción de manga profesional fue RG Veda, y después he traducido muchísimas series de Norma Editorial en los diez años que llevo de traductora. Destaco entre los manga recientes: Chobits, Xxxholic, Akira, Zatch Bell!, ¡Yotsuba!, Azumanga... de anime: Karekano, Fushigi Yugi, Love Hina, Chobits, DNA2, Louie el Guerrero de las Runas y mucho más.

Hace dos años que tengo una empresa (Traducciones Imposibles.com) y un equipo de traductores entregadísimos y muy trabajadores: ellos firman Tsubasa Reservoir Chronicle, UFO Baby, Hellsing, ¡Ah, mi diosa!, Amasando Ja-pan, Érase una vez nosotros, Gekka no kimi... y otros cómics no manga. De anime, Rahxephon, Ranma 1/2, Saiyuki, Wolf's Rain, Kenshin, Ultramaniac... Para saber más sobre lo que se cuece en “la oficina Imposible” en estos momentos: www.traduccionesimposibles.com

¿Ha habido algún manga que te haya sido particularmente difícil o desafiante de traducir?

Más que un solo manga que de por sí plantee una dificultad única, considero que todo manga tiene varios puntos complicados que pueden suponer desafíos: entre ellos, la traducción del humor, la adaptación de los referentes culturales y la interpretación del contenido. A veces se juntan todos y es cuando más hay que exprimirse la neurona.

RG Veda es un ejemplo de contenido difícil, aparte de que fue para mí la prueba de fuego y mi primera traducción (me costó horrores, sufrí, lloré, me enfadé conmigo misma por no ir más rápido... me costó ¡¡un mes!! traducir el primer volumen. Vaya verano me dieron Clamp aquel año que pasé en Osaka). Además de tener un registro de japonés muy duro y difícil, con arcaísmos y lenguaje muy formal, kanji difíciles y expresiones que incluso a los propios japoneses les costaba entender, abundan los referentes culturales del hinduismo que hay que entender para saber interpretar y reescribir en español. Akira también tiene un contenido denso y difícil incluso para un lector japonés: poderes psíquicos, maniobras militares secretas, contenido político y social, términos científicos, etc.

La traducción de humor no plantea problemas si sólo se usa para hacer reír, porque entonces hay varias posibilidades mientras se consiga ese objetivo, hacer reír; pero cuando está combinado con algún elemento cultural es más peliagudo, porque para reproducir la función de un juego de palabras (hacer reír) y mantener los elementos que hacen gracia en japonés por ser algo muy arraigado a su cultura, hay que hacer malabarismos.

En Azumanga Daioh, por ejemplo, me encontré con tiras donde jugaban a las adivinanzas. Las más fáciles eran las que sólo hacían gracia por un juego de palabras. Lo que hice fue buscar una adivinanza en español, con forma de adivinanza popular y un juego de palabras, que eran los elementos que había en japonés. Quedó “la fruta que más tarde madura: la pera, porque es-pera”; no era una pera en japonés, era otra fruta pero la broma era la misma y hace gracia (de lo malo que es, como en el original japonés). La estrategia estaba clara (aunque me costó lo mío pensarme las adivinanzas). En cambio, traducir y provocar la risa cuando en japonés juegan con el manzai (trato el tema en el artículo que se incluye en el primer volumen) es bastante más difícil, porque si sólo se traduce el sentido, no tiene gracia; la forma es muy importante, y como nosotros no tenemos una tradición similar, sacarle la gracia no es nada fácil. Si además se combina un referente cultural con la risa, lo normal es que se tenga que reformular en vez de dejar la palabra tal cual, porque si se mantiene, el lector no lo entiende a la primera, se frena en la lectura, y no se logra el efecto deseado, que es la risa.

En ¡Yotsuba!, adaptar las confusiones de palabras también me ha planteado alguna dificultad. En japonés, Yotsuba confunde las expresiones porque no las entiende, no sabe muy bien lo que está diciendo. En español, el problema era que el lector se diera cuenta de que esa expresión mal dicha es en realidad una frase hecha, por ejemplo cuando le da la bienvenida a los invitados con “siéntate como en tu casa” en lugar de “estás en tu casa”. Una fórmula de cortesía, como en japonés, pero con una gracia. Porque hace gracia, ¿no?

Y en general, me suelo plantear como un reto el estilo de los personajes. Siempre intento mantener el tono que tiene cada uno, lograr que se reconozca quién está hablando por su diálogo como en el original japonés y, cuando no tienen un rasgo específico (ni dialectos, ni coletillas, ni expresiones vulgares) es difícil, porque te tienes que abstraer y crear “una forma de hablar” para cada personaje con los rasgos que te marca el original... es fascinante y es un reto. Y precisamente, esos detalles que nos complican la vida a los traductores son, para mí, los que más interés le dan a una traducción.

¿Crees que la pasión por los manga puede hacer que uno aprenda japonés a fuerza de consumirlos en su versión original?

Japonés para gente manga no “enseña japonés” como un método clásico, tiene un enfoque distinto y distintos objetivos: enseña a leer y a entender textos manga. No te da reglas de gramática para que las practiques con ejemplos o con ejercicios, sino que te da un texto para que aprendas a interpretarlo con las directrices que se te dan en la parte teórica. Y que se pueden aplicar a otros manga.

No se trata de aprender “a fuerza de consumirlos” así sin más, sino teniendo en cuenta una serie de conceptos lingüísticos que el lector interiorizará porque los está descubriendo al mismo tiempo que lee las tiras manga. Se le explica la gramática, cómo están relacionadas unas frases con otras, por qué tienen una estructura concreta y qué significan las cosas a partir de un texto manga, se le enseña a ser consciente del contexto y de los matices, y de cómo se tiene que interpretar todo eso en conjunto.

Eso es lo que hace Japonés para Gente Manga: pone a disposición del lector un “kit de herramientas de lectura” que le llevarán a saber interpretar un texto manga. Es una guía de lectura que se puede aplicar a cualquier manga, aunque en ese caso el lector necesita el apoyo de un diccionario (nosotros facilitamos el vocabulario relativo a las tiras de Gente Manga).

¿Cómo surgió la idea de crear un curso de japonés dirigido a los lectores de manga?

La idea parte de un enfoque en el que siempre he creído como traductora: nosotros leemos, comprendemos y reformulamos un texto en español, para que se entienda y cumpla una función. Para eso hay que conocer todas las características de ese texto: gramática, sintaxis, conjugación, etc. Pero ¿por qué no aprenderlas a través de una “lectura guiada”? El lector lee las tiras manga, y nosotros le explicamos qué son los elementos que encuentra en los diálogos (y fuera de ellos), para qué sirven dentro del texto y cómo se interpretan. Además completamos los contenidos de lengua con apuntes de cultura, para que el lector entienda mejor por qué pasan ciertas cosas en la historia, por qué van a lugares determinados, o por qué se comportan de un modo concreto en según qué situaciones.

¿Crees que empieza a haber en el mercado español un exceso de manga? ¿Que acaso hay ya bastantes colecciones de las que se podría prescindir?

Es obvio que el público no puede absorber todo el manga que hay. Pero hay títulos que pasan desapercibidos y son muy buenos, y que, de no haber tanta abundancia, no habrían llegado a nuestro mercado.

Eso sí, la reedición de los clásicos me parece una apuesta muy acertada (los fans de ahora tienen que conocer ciertas obras “de lectura obligada”, como Akira, Urusei Yatsura o ¡Ah, mi Diosa!, saber quién era Osamu Tezuka, etc.). Aunque en el fondo, el otaku de hoy conoce lo que le gusta, busca lo que le interesa, lo agota, y va más allá si quiere; consume manga o más bien “cultura manga” de otra manera, y los clásicos parecen haber quedado muy atrás para esos jóvenes lectores. Seguro que el que quiera saber quién es Katsuhiro Otomo lo buscará en la Wikipedia (risas).

Además de traducir, te dedicas a la actividad docente a través de la asociación Kaika. Cuéntanos algo más sobre la misma.

Kaika en estos momentos se enmarca en jornadas y convenciones como el Salón del Manga, donde organiza actividades relacionadas con la cultura popular japonesa actual o con el idioma japonés, como la exposición Tokio: escaparate de subculturas que organizamos en la pasada edición. También hacemos “prácticas” de escritura del nombre en japonés, taller de kanji, y otras cosas más relativas a la J-culture. Yo misma escribo artículos de investigación para publicaciones universitarias, y doy clases a los estudiantes de traducción como complemento a sus asignaturas en los centros que nos soliciten cursos de japonés. Anunciamos las novedades periódicamente en la web www.grupokaika.org, donde también tenemos información sobre nuestras actividades, resúmenes de nuestros artículos y detalles de los temas que nos interesa difundir a través de la web o en talleres y conferencias.


¿Crees que el lector de manga actual no es el mismo de hace diez o más años? ¿Qué está más preparado, sabe más de cultura, lengua o tradiciones japonesas y por tanto puede asimilar manga más típicamente japoneses que hace unos años no serían tan viables en España?

Creo que es más ecléctico, y va más allá del manga y del anime, explora campos pertenecientes a la cultura clásica o pop más actual y el japonés en sí, porque se percibe a través de los manga más actuales y le inspira curiosidad. Para saciarla, tiene a su alcance una gran herramienta de documentación, que es internet. En general, hoy hay más conocimiento de las versiones originales, de la cultura de origen, y los espectadores y lectores están más expuestos al bombardeo de información. El anime ha contribuido a generar un bagaje cultural que les da a los espectadores de hoy cierta ventaja sobre los que éramos espectadores hace diez años. Las series se adaptaban más, el interés por el manga y el anime se limitaba a una historia y unos personajes concretos, pero no iba tan lejos como ahora. Hoy, la forma de traducir ha cambiado y se pueden respetar ciertas cosas del original que entonces no habría sido viable conservar. Ya es normal ver palabras como futón, yakisoba, onigiri, conbini, etc. en traducciones sin necesidad de poner notas al pie, porque el lector ya está acostumbrado. El apoyo de la imagen en los anime que han pasado por nuestra televisión ha sido vital para que el público asimile sin darse cuenta ciertos elementos culturales, de modo que sólo hace falta adaptarlos o explicarlos cuando “sirven para otra cosa” que no sea mostrar la cultura (hacer reír, etc.). Hoy en día, ya no se adaptaría una serie cambiando los nombres de personajes claramente japoneses, cuando es importante marcar que son japoneses, por nombres locales como Juana y Sergio, salvo que sean adaptaciones muy radicales motivadas por el objetivo de llegar a un público más general a través de un humor más local, como ocurre con la serie Osomatsu, que incorpora referentes de nuestra cultura televisiva y humorística (el personaje llamado Pozí, dobles sentidos en los nombres como Tetoko, etc.).

Desde los pioneros como Geni Bigas (traductora de Dragon Ball) hasta gente como tú misma o el dúo Marc Bernabé/Verónica Calafell, son ya numerosos los traductores especializados en manga en España. ¿Crees que el nivel de calidad de las traducciones de manga al castellano (y catalán) ha ido a más desde sus inicios hasta hoy?

Sí, dado que el volumen de manga ha crecido, también hay más títulos que traducir. Antes, además, se hacían algunas traducciones desde ediciones europeas (en francés o en inglés). Ahora hay suficientes traductores de japonés como para que los editores no tengan ni que plantearse traducir de otras versiones. Nosotros no sólo hacemos manga, y no sólo hacemos japonés, aunque sí que es lo que más hacemos y ahora mismo, me llena de emoción poder decir que estoy dando trabajo a un equipo de gente que vive de la traducción de cómics y de dibujos animados o películas. Es muy satisfactorio saber que el esfuerzo de tantos años y la lucha de cada día sirve para que, al menos, unas cuantas personas aparte de mí misma vivan del trabajo con el que siempre han soñado.

¿Puedes hacernos un anticipo de lo que habrá en los volúmenes 3 y 4 de JPGM ?

Si todo sale como está previsto, nos caben todas las explicaciones que van con cada tira, y Ángel no me recorta contenidos por falta de espacio (risas), nuestra idea para los tomos 3 y 4 es la siguiente:

Las tiras manga del tercer volumen estarán cargaditas de nuevos elementos del lenguaje: aparecerán cartas donde se verá el estilo escrito, situaciones formales con lenguaje honorífico, oraciones subordinadas (¡yuju!), modos verbales de nivel intermedio como el condicional y el subjuntivo y, en la parte de expresión, veremos cómo enfrentarnos a los lenguajes especializados que pueden aparecer en el manga.

En el cuarto, el lector (si se lo ha tomado en serio) ya tiene un cierto control de las estructuras lingüísticas y a través de las tiras aprenderá más sobre la expresión de las emociones, las formas de dar la opinión con sus matices, las formas verbales de nivel más avanzado y, para terminar, rasgos del lenguaje vulgar y usos dialectales que encontraremos en las historias de David Ramírez y que pueden aparecer en cualquier manga.

Además, a partir del volumen 3 incluiremos más destacados de cultura pero no podemos contarlo o se pierde la emoción... sólo una pista: ¿os dice algo la palabra matsuri?

Y para acabar, una pregunta típica y tópica: ¿Qué autor o autores de manga (japoneses, claro) son tus favoritos?

Más que un autor preferido hay series que me interesan particularmente, como xxxHolic de CLAMP, entre las más recientes, y Akira (Katsuhiro Otomo), de las clásicas. Adolf (Tezuka) es una obra maestra, Zatch Bell (Raiku Makoto) es la monda... Nirai Kanai (Megumu Okada) es bastante atractiva desde el punto de vista gráfico y por su contenido, y con Urusei Yatsura (Rumiko Takahashi) me he partido de risa. Ah, y no olvidemos el baúl de los recuerdos: Candy Candy (Yumiko Igarashi y Kyoko Mizuki), un manga del año 76; un dramón, pero me gustaba tanto el anime cuando era pequeña que, al descubrir el manga años más tarde, no pude evitar incluirlo entre mis preferidos. En resumen, considero que no todas las obras de un autor tienen por qué ser buenas sólo porque las firmen ellos, así que me dejo seducir más bien por una historia concreta y por un contenido que por un nombre.

¡Muchas gracias por haber desvelado tan amablemente los secretos de vuestra colaboración, y suerte con éste y vuestros demás futuros proyectos, conjuntos o por separado!



No hay comentarios: